Casa Mendeville

Casa Mendeville (2017). Imagen: propia.

Dirección: calles Venezuela y Mejía
Sector: Centro Histórico
Año de construcción: circa 1840
Arquitecto: Jean Baptiste Washington de Mendeville
Estilo: historicista (neoclásico)
Premios: Patrimonio de la Ciudad
Uso actual: comercial


Historia

Según afirma el doctor Fernando Jurado Noboa, la cuadra donde se asienta esta casa, y la manzana contigua por el norte, habrían sido parte de una gran plaza en la época incaica, limitada al sur por el palacio del Gobernador (actual Palacio Arzobispal), y al oriente por la casa de las escuelas citada durante el siglo XVIII en la obra de fray Juan de Santa Gertrudis.

Ahora bien, el predio esquinero, que es al que nos referiremos de manera específica en este artículo, habría sido parte de una gran casa original de ocho patios levantada en el siglo XVI. que se fue frangmentando como sucedió en casi todo el Centro Histórico hispano. Para el año 1620 pertenecía a Andrea Figueroa, que la vendió al manchego Agustín Moreno y Burgos, mismo que a su ves la vendería por 3.500 pesos al yerno, Juan de Arce y Velarde.

Para 1653 la casa, aún de considerable extensión y aproximadamente siete patios, estaba en manos de Diego Ruíz de Padilla; mientras que en 1680 aparece como dueño Francisco Hernández Marcillo, que se la vendió al alférez Francisco Antonio de Aldaz, que nuevamente la vendió al capitán José de Mier y Noriega por la cantidad de 4.000 pesos.

Para 1690 la actual segunda casa de la cuadra ya se habría desprendido de la esquinera, y esta última era de dos pisos y estaba en manos de Josefa Dávalos-Mendoza y Valverde, viuda del capitán Mier. Para 1805 aparece como dueña de tercera generación Nicolasa Paredes Albuja, que la vendió a Ángela Vidaurreta, y esta a su vez al presbítero Antonio Ruiz Bernal en febrero de 1835. Para esta última época parece que el predio ya habría reducido a su tamaño actual.

La Casa Mendeville (circa 1930).
Imagen: archivo personal.
A mediados de la década de 1840 la casa se convertiría en la primera Embajada de Francia en Ecuador, cuando la adquirió Jean Baptiste Washington de Mendeville, primer cónsul general de ese país europeo, y que gracias a sus conocimientos de arquitectura también ejerció esta profesión y se convirtió en el responsable de la introducción de los modelos neoclásicos en la ciudad. Mendeville había llegado a América en 1818 y en condición de exiliado, pero dos años más tarde se casó con la prócer independentista argentina Mariquita Sánchez, gracias a la que en 1828 recibió su primer puesto diplomático en la Embajada francesa de Buenos Aires.

Pasó a Ecuador en 1831, cuando fue designado cónsul de Francia en Guayaquil y debió dejar a su familia en Argentina, para cuatro años más tarde pasar a Quito en calidad de Cónsul General y con la tarea de organizar la primera Embajada francesa ante esta república andina. Adquiriría la casa esquinera de las actuales Venezuela y Mejía, y la reformó a su particular gusto europeo, siendo una de las primeras mansiones de la ciudad que recibieron tal embellecimiento, así como probablemente la más antigua de las que han llegado hasta nuestros días.

En 1857 Mendeville dejó su cargo en la Embajada y entregó un poder al comerciante payanés Manuel María Bueno para que pudiera vender su casa en la ciudad y la famosa quinta que había levantado en Cotocollao, pues partía de vuelta a París para establecerse allí junto a su esposa que no había visto en largos años, y donde fallecería en 1863.

La Casa Mendeville fue entonces adquirida por Luisa Landázuri, que en 1869 se la vendió a su sobrina Emilia Bueno Landázuri, misma que alrededor del año 1890 remató todos sus bienes, y la elegante mansión afrancesada fue adquirida por el comerciante José Ignacio Proaño. A inicios del siglo XX, y muy seguramente en arriendo, funcionó aquí la Gobernación de Pichincha, y en los almacenes se encontraba una sastrería del coronel José Vascónez Pazmiño, considerada la más exclusiva de la ciudad.

Pasó luego a manos del hacendado carchense Francisco Galárraga, que para la década de 1930 arrendaba los locales bajos a las sastrerías de Manuel María Ayala y Mesías Morán Proaño, que continuaron así con el legado del coronel Vásconez. A mediados de siglo, en la década de 1950, la Casa Mendeville tenía el número 1011, y estaba en poder del farmacéutico ibarreño Alejandro Almeida Terán, yerno del Galárraga y dueño de la Botica Quito que funcionaba en el local esquinero.

En la actualidad el inmueble es enteramente ocupado con fines comerciales, una farmacia y una cafetería en los locales exteriores; así como el Patronato de Obreras, una agencia de viajes, un restaurante y una clínica dental en los espacios interiores. De estos, ninguno conoce el legado arquitectónico que representa la Casa Mendeville que los acoge, ni que fue la residencia del principal arquitecto de la ciudad en su primera modernización neoclásica.

Arquitectura

Patio central de la Casa Mendeville (2017).
Imagen: propia.

La Casa Mendeville ocupa el terreno esquinero de las calles Venezuela y Mejía, con frente hacia la primera y una ligera pendiente que aumenta hacia el fondo. La estructura se ubica sobre la línea de fábrica y se levanta dos pisos, mostrando aquel lenguaje neoclásico característico del arquitecto francés. Visualmente, parece que la intención era jerarquizar el edificio hacia la esquina en ochava, donde se aprecia un largo y hermoso balcón mensulado con baranda de hierro forjado.

En lo que respecta a la fachada, un zócalo de piedra recorre la mitad baja de todo el perímetro de la primera planta, mientras el resto presenta una textura lisa en la que se abren los vanos rectangulares de las ventanas y puertas de los almacenes exteriores, así como los arcos rebajados rodeado de sencillas portadas de piedra que sirve como ingreso al inmueble en la Venezuela, y a uno de los locales en la esquina.

El segundo piso, visualmente separado del inferior por una moldura corrida, presenta vanos rectangulares con antepecho de hierro forjado, separados entre sí por pilastras falsas adosadas a la pared, y sobre la puerta de ingresa un balcón mensulado con puertas ajimezadas y columnas de piedra. Todas las aberturas de este nivel están decoradas con marcos y dinteles de factura neoclásica. Finalmente, una cornisa sostiene el alero del techo de teja cocida, uno de los elementos más típicos de la arquitectura hispana de la ciudad.

El interior, al que se accede por un zaguán con piso de piedra, se distribuye al rededor de un pequeño patio rodeado por cuatro crujías que se sostienen en sencillas columnas de piedra que rodean el espacio central en el primer piso, y de madera en el segundo, disposición de la casa colonial que no fue reformada por Mendeville. La escalera de dos tramos en la esquina nororiental conduce a las galerías del segundo piso, de las cuales la del fondo no tiene techo, una forma común de las casas neoclásicas quiteñas.

Un corredor en el lado norte da acceso a un traspatio que probablemente es uno de los ocho que tenía la gran casa original del siglo XVI, y por ello no se encuentra simétricamente contiguo, sino que se abre como un "L" hacia el noroccidente del predio. A diferencia del primer patio, que se encuentra techado por una estructura de hierro y vidrio colocada a finales del siglo XX, este segundo espacio es totalmente abierto.

Galería

Patio central de la Casa Mendeville (2017).
Imagen: propia.

Patio central de la Casa Mendeville (2017).
Imagen: propia.

Escalera de la Casa Mendeville (2017).
Imagen: propia.

Corredor que conduce al traspatio
de la Casa Mendeville (2017).
Imagen: propia


Referencias

  • Jurado Noboa, Fernando (2009). "Calles, casas y gente del Centro Histórico de Quito", tomo VI. Quito: Fondo de Salvamento.
  • Ayrolo, Valentina (1999). "El matrimonio como inversión, el caso de los Mendeville-Sánchez", Anuario de Estudios Americanos. Argentina: Universidad Nacional de Mar del Plata.

Entradas más populares de este blog

La Virgen de Quito (o del Panecillo)

Mansión Granda Centeno

Colegio Nacional Mejía