La Magdalena, crónica de un pueblo que fue absorbido por la ciudad

Plaza central e iglesia de La Magdalena.
Fotografía: Glenda Morgner.

Muchos quiteños dan por sentado que las parroquias y barrios de Quito fueron apareciendo casi de manera mágica con la expansión de la urbe a lo largo del siglo XX, sin detenerse a pensar que hay una historia más allá. La Magdalena y Cotocollao son los más claros ejemplos de esta historia, pues ambas parroquias constituyeron pueblos independientes durante casi cuatro siglos.

En el caso particular de La Magdalena, el pueblo estuvo alejado de Quito casi a hasta inicios del siglo XX, aunque siempre vinculado a ella de manera muy estrecha por encontrarse asentado en el camino de ingreso a la ciudad desde el sur. Pero finalmente terminó siendo engullido por el crecimiento urbano de la capital ecuatoriana que hoy todos conocemos.

En tiempos anteriores a la conquista española, el sector que hoy ocupa La Magdalena estaba habitado por una comunidad indígena de nombre Machangarilla, que se asentó en las faldas de la montañas Ungüí, Chilindalo, Tarma, La Cruz y en las orillas del río Machángara. Sobre su centro poblado más importante, en 1575 se fundó la parroquia eclesiástica española de Santa María de La Magdalena, que se convirtió en su nombre habitual, y que se encuentra subordinada a la Arquidiócesis de Quito.

Durante varios siglos, la población estuvo comunicada con Quito únicamente mediante dos caminos de herradura: el llamado Camino Viejo, que recorría la depresión occidental entre El Panecillo y el Pichincha, por donde hoy discurre la avenida Mariscal Sucre; y la Carrera Ambato, que costeaba las faldas del mismo Panecillo, pero por el oriente.

Antigua plazoleta de partida hacia el pueblo de
La Magdalena, construida por los vecinos de

San Sebastián en 1890. Imagen: Google Earth (2014).
En 1890, Francisco Andrade Marín y otros vecinos del sector de San Sebastián abrieron con su propio dinero una carretera carrozable entre la ciudad de Quito y la plaza central de La Magdalena. Para ello Andrade Marín donó parte de su casa cerca del Hospicio y creó una pequeña plazoleta desde la que debía arrancar el nuevo camino, misma que hoy todavía se encuentra en la confluencia de las calles Ambato y Guayaquil.

Posteriormente, y con la expansión demográfica que sufrió la ciudad de Quito a inicios del siglo XX, la mancha urbana que hasta entonces se había concentrado en el Centro Histórico, se extendió hacia La Mariscal por el norte y La Magdalena por el sur, con lo que el sector se constituyó en parroquia civil. Muchos liberales se trasladaron a vivir en el sector, al igual que algunas familias de la aristocracia quiteña que rechazaban a aquellos que se habían establecido en los nuevos barrios del valle de Iñaquito, entre ellas los Correa, Acevedo, Malo Torres, Mena Caamaño, Orellana, Torres Ordóñez, entre otros.

Referencias

  • Kingman Garcés, Eduardo (2006). "La ciudad y los otros: Quito 1860-1940. Higienismo, ornato y policía", página 107. Quito: FLACSO Ecuador, primera edición. ISBN 9978-67-108-0.
  • Gomezjurado Zevallos, Javier (2015). "Quito: Historia del Cabildo y la Ciudad", páginas 339, 355. Quito: Instituto Metropolitano de Patrimonio, primera edición. ISBN 978-9942-20-821-7.
  • "La fiesta de los chochos se festejó en La Magdalena". Quito: Diario La Hora, 23 de julio de 2007.

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