Palacio de los Marqueses de Maenza



Dirección: calles Espejo y Flores, esquina
Sector: Centro Histórico
Año de construcción: siglo XVII
Arquitecto: desconocido
Estilo: historicista (neoclásico)
Premios: Patrimonio de la ciudad
Uso actual: privado


Historia

Después de la fundación española de Quito que tuvo lugar el 6 de diciembre de 1534, el solar original de la casa que nos concierne en éste artículo era tan amplio que albergaba una casa de siete patios, dos de ellos hacia la actual calle Espejo (es decir la casa esquinera y el predio del Teatro Bolívar) y los otros hacia la calle Flores. Para el siglo XVII, sin embargo, ya se hallaba repartido en los solares que han sobrevivido hasta la actualidad.

Se conoce que en 1570 la casa pertenecía al canónigo Andrés López de Albarrán. Posteriormente la enorme propiedad sería ocupada por Antonio de Morga, presidente de la Real Audiencia de Quito entre 1615 y 1636, que se la heredaría a su manceba Constanza de Valencia, hermana del cura de San Blas. En 1700 figuraba como el propietario de la mansión el hijo de la anterior, Sebastián Valencia, que compartía los pisos bajos con los nietos del presidente Morga: Catalina Morga de Solano y Agustín Morga León y Negrete-Pérez.

Poco después del año 1700 la casa de dos pisos sería adquirida por Mateo Antonio de la Escalera y Velasco, capitán de infantería y maestre de campo que había nacido en la localidad española de Lascuarre (Huesca). A su llegada al territorio quitense, De la Escalera se radicó en Latacunga donde se casó con Gabriela Muñoz-Chamorro y Gutiérrez-Pinto, y se hizo de una enorme fortuna, propiedades (almacenes, mansiones y haciendas como Atapullo) y poder político, llegando a ser Alguacil Mayor y Familiar del Santo Oficio de la Inquisición.

Durante esta época sucedió en la casa el llamado Crimen del Cucurucho de San Agustín, en el que un antiguo novio se presentó disfrazado de cucurucho ante la mujer que había amado, y que iba a casarse con otro hombre aquel día, la apuñaló y huyó calle abajo hasta que fue capturado frente a la muralla de San Agustín (de allí el nombre del crimen). Lamentablemente, y por salvaguardar la identidad de los descendientes de la atacada, los nombres reales de los involucrados no fueron apropiadamente registrados para la posteridad.

La mansión sería heredada en 1720 por María Rosa de la Escalera y Muñoz-Chamorro, que estaba casada con el español Gregorio Matheu Sanz, y que fallecería el 18 de agosto de 1735 dejando a su nieto como heredero. Gregorio Matheu de la Escalera pasaría a los anales de la historia por el atrevido acto de haber raptado a Mariana Aranda del Ponte, marquesa titular de Maenza, con quien vivió varios años en Lima y se mudó a Quito en 1740. La Marquesa y sus esposo se establecieron en la casa heredada por él, y Mariana se ganó la fama de la mujer más hermosa de la ciudad y la región. Es de ésta época que data la olvidada denominación de la casa como Palacio, ya que se había constituido en una residencia nobiliaria.

Matheu de la Escalera murió en 1784, y la Marquesa le seguiría diez años después, heredando el palacio y el título su hijo Manuel Matheu y Aranda, general que se convertiría en un destacado prócer de la independencia ecuatoriana tras su participación en la gesta del 10 de agosto de 1809. El General viviría en la mansión junto a su esposa María Josefa Herrera de Berrío y la altísima cantidad de 21 sirvientes. En aquella época la casa se convirtió en sede de importantes reuniones vinculadas a la Escuela de la Concordia, que dirigida por Eugenio Espejo fue el puntal de los pensamientos independentistas de América Latina.

La importancia de la cuadra como uno de los sectores más exclusivos a inicios del siglo XIX se vio reforzada con la llegada de otra noble: Teresa de Larrea y Jijón, marquesa viuda de Solanda y Villarocha, madre de la última portadora de aquel título, Mariana Carcelén, y suegra del héroe independentista Antonio José de Sucre.

El palacio pasó entonces a manos de Manuel Matheu y Herrera-Berrío, hermano del IX marqués de Maenza y destacado general de los ejércitos independentistas bolivarianos. Al morir sin descendencia, le heredaría su sobrino materno, Manuel de Ascázubi y Matheu, que llegaría a ser presidente encargado de la República en dos ocasiones, la primera entre 1849 y 1850, y la segunda en 1869. Su hija, Josefina de Ascázubi y Salinas heredaría la propiedad, en la que viviría con su esposo Neptalí Bonifaz, cónsul del Perú en Quito en el año 1870, estableciendo el Consulado en el mismo palacio.

El hijo de los anteriores, Neptalí Bonifaz y Ascázubi, se convirtió en uno de los últimos grandes terratenientes y comerciantes de productos agrícolas que tuvo el Ecuador; además de presidente de la República en 1932, pero destituido porque en su juventud aseguraba haber nacido en Perú, aunque no fuese cierto, y según la Constitución era requisito indispensable ser ecuatoriano de nacimiento para ejercer la primera magistratura del país.

La familia Bonifaz-Ascázubi vivió muchos años en Europa, por lo que el palacio fue arrendado en esos periodos, destacando entre los inquilinos el célebre jurista Luis Felipe Borja con su familia (1894), incluyendo al futuro poeta Arturo Borja Pérez. La mansión, que por más de doscientos años se mantuvo en poder de los descendientes de la Marquesa de Maenza, y casi trescientos si sumamos desde la época del capitán De la Escalera, fue finalmente vendida en 1980.

Arquitectura

Como la gran mayoría de edificaciones en el Centro Histórico de Quito, el Palacio de los Marqueses de Maenza (también llamado Casa del Mayorazgo de la Escalera) ha sufrido alteraciones a lo largo de los siglos, aunque en este caso han sido más de carácter estético que estructural. Sus interiores, venidos a menos con los años, durante el siglo XIX presentaban rico artesonado de pan de oro en los techos y fino mobiliario de origen europeo en las habitaciones y salones, reunido por varias generaciones de la familia.

La fachada que apreciamos en la actualidad fue probablemente adquirida a finales del siglo XIX, cuando los primeros esbozos de la arquitectura historicista neoclásica llegaron a la capital ecuatoriana. Esto podemos deducirlo gracias a su estilo limpio y formal, característico de la época en que el arquitecto Jean Baptiste Mandeville lo introdujo en el país cuando era Encargado de Negocios de Francia ante el Ecuador.

La mansión se desarrolla en dos niveles en torno a un patio central, al más puro estilo andaluz que se aprecia en casi todas las construcciones del sector. Un zócalo de piedra sirve como base para los muros que en el primer nivel lucen un almohadillado en el que se abren vanos rectangulares con las puertas hacia los almacenes de la calle, así como el ingreso principal a la mansión, que se encuentra en el centro simétrico de la fachada hacia la calle Espejo, destacado por un portal de piedra y una pesada puerta de madera labrada. En el segundo nivel, y dispuestas sobre las puertas de los locales, se abren las ventanas con balcones sobre ménsulas y barandillas de hierro forjado. Finalmente, una cornisa característica del neoclásico da paso al techo de teja española y alero salido.

Galería

El palacio desde la calle Espejo hacia el oriente.
Mariana Aranda del Ponte, VII marquesa de Maenza,
quien vivió en el palacio entre 1740 y 1794.

Gral. Luis Manuel Matheu y Herrera-Berrío,
propietario del palacio alrededor de 1822.


Fotografías: Personales. Retrato de Mariana Aranda por cortesía de Fernando Andrés Muñoz-Miño.
Copyright: Prohibida la reproducción total o parcial sin citar la fuente.


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