Monumento a Simón Bolívar

Monumento a Simón Bolívar, en el parque La Alameda de Quito (2016).
Imagen: propia.

El concurso

En 1927 se conformó en Quito un Comité para la construcción de un monumento conmemorativo por los 150 años del natalicio de Simón Bolívar, máxima figura de las luchas independentistas sudamericanas y, entre otras cosas, presidente del actual territorio ecuatoriano cuando éste formaba parte integral de la Gran Colombia (1822-1830), por lo que podría considerarse su gobernador republicano primigenio.

El Comité estaba encabezado por Paul Alfred Bar, un pintor y crítico francés de la corriente neo-impresionista que llegó a Quito en 1915 para ser profesor de la Escuela de Bellas Artes de la ciudad, cargo en el que se desempeñó por un periodo de diez años antes de regresar a su país. Bar organizó un concurso internacional de diseños convocado en la ciudad de París en 1928, el mismo que incluía tres premios:
  • Primer lugar: ejecución del Monumento y dos millones de francos para la construcción y honorarios de los artistas involucrados.
  • Segundo lugar: 30.000 francos.
  • Tercer lugar: 20.000 francos.

El proceso sobrepasó toda expectativa imaginada por la organización, pues se presentaron 154 propuestas de artistas provenientes de veinte países diferentes. Esto permitió que se tuviese un amplio espectro de modelos y estilos, sobre todo academicistas, de los que escoger una obra perenne para la capital ecuatoriana.

El jurado estaba presidido por el célebre pintor y escultor francés Aristide Maillol (1861-1944), que había desarrollado su carrera desde 1895, pero que alcanzó notoriedad con su primera exposición en 1902. Entre los principales clientes de Maillol estaban el conde Kessler, el coleccionista ruso Iván Morozov y hasta el mismo Estado francés, que le encargaba esculturas continuamente. En la actualidad sus obras se encuentran en renombrados museos y también espacios públicos de Francia, Estados Unidos, Alemania, Holanda y Australia.

Concepción artística del proyecto ganador (1928).
Imagen: 
La Grande Masse des Beaux-Arts.
Finalmente, los ganadores del concurso de propuestas para el monumento quiteño fueron anunciados en 1929, favoreciendo a un grupo francés conformado por los escultores Jacques Zwobada y René Letourneur, y los arquitectos Félix Bruneau, René Marouzeau y Louis Émile Galey.

Jacques Zwobada (1900-1967) era un pintor y escultor francés de origen checo, estudiante de la Escuela de Bellas Artes de París, en 1925 ganó la medalla de oro en la Exposición de Artes Decorativas y en 1928 el Gran Premio de Roma, y de allí en adelante su carrera ascendió como la espuma, llegando a ser nombrado profesor de la Escuela de Artes Aplicadas de París (1934), de la Escuela de Bellas Artes de Caracas (1948) y de la Escuela de Bellas Artes de París (1962).

René Letourneur (1898-1990) fue un escultor francés que destacó a partir de 1922, cuando fue premiado con una medalla en el Salón de los Artistas Franceses, y en 1926 con el Gran Premio de Roma. En 1937 participó en la Exposición Universal de París y en algunas ediciones del Salón de Otoño, también en la capital francesa. El grueso de su producción fue realizado en bronce y terracota, marcado por el estilo art-déco y bien recibido, sobre todo en el área que rodea París, en donde pueden encontrarse varias de sus obras.

En cuanto a los arquitectos que también formaban parte del equipo ganador, Félix Bruneau (1901-1990) y René Marouzeau (1898-?) eran estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de París, en el Taller de Libre Arquitectura Gromort, de donde se graduaron en 1925. Louis Émile Galey, al igual que los anteriores, fue estudiante de la Escuela de Bellas Artes en el Taller de Gromort, pero se graduó en 1931, además de que se convirtió en su director después de la II Guerra Mundial.

Sobre los otros lugares, estos fueron los ganadores: para el segundo, un equipo italo-francés encabezado por los escultores Félix Joffre (1903-198) y Pierre Sonrel (1903-1984), mientras que el tercero cayó en manos de un equipo polaco-francés conformado por Paul Belmondo (1898-1982) y Marcel Gogois (1899-?).




Portón de La Alameda, circa 1910.
Imagen: Colección Estrada Ycaza, del Fondo Nacional de
Fotografía del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.

La construcción

Los artistas franceses trabajaron durante casi cuatro años (1929-1933) en un taller instalado en Fontenay-aux-Roses, cerca de la ciudad de París, antes de enviar las piezas de la escultura por barco hasta Ecuador en 1934, en donde se designo al ingeniero quiteño Pedro Pinto Guzmán para que lo levantara.

La locación escogida por el Comité ecuatoriano para ubicar el Monumento fue la esquina sur del parque La Alameda, pues se trataba de un sitio visualmente estratégico que dominaba el ingreso al Centro Histórico de la urbe desde las zonas más nuevas. Para ello debió derrocarse el gran portón neoclásico de tres arcos que había sido construido en el siglo XVIII por las autoridades españolas de la Presidencia de Quito, cuando intentaron convertir a La Alameda en el paseo público de la ciudad.

El conjunto fue levantado por Pinto Guzmán en poco menos de un año, aunque para entonces ya no se había alcanzado la meta de que estuviese listo para los 150 años del natalicio de Simón Bolívar, sino que fue develado el 24 de julio de 1935, dos años más tarde. La ceremonia, presidida por el entonces presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra, contó con la presencia de varias delegaciones internacionales, incluida Francia, y fue seguida por grandes actos y fiestas en toda la ciudad.

El monumento fue catalogado como patrimonial y conmemorativo por el Inventario de Arte Público en Quito realizado entre los años 2000 y 2004, por la entonces Empresa Metropolitana de Obras Públicas y las personas a cargo del proyecto: Francisco Proaño, Verónica Ruiz y Fausto Cárdenas.

Descripción

El monumento, de estilo art-déco, se encuentra emplazado en la esquina sur del parque La Alameda, y constituye el ingreso al Centro Histórico desde la zona norte de la ciudad moderna. Presidido por una gran plaza con piso de piedra y un juego de escalinatas corridas que salvan un pequeño desnivel en el terreno, flanqueadas por jardineras y fuentes de agua a cada lado, se encuentra la base del monumento construida con piedra del volcán Pichincha.

Alzándose ocho metros sobre el suelo, la escultura en sí misma está presidida por un Simón Bolívar ecuestre fabricado en bronce y con el brazo derecho levantado en señal de avance, montando su tradicional corcel de guerra que se sostiene en tierra únicamente por sus dos patas traseras. A sus costados, y hacia atrás, se desarrollan dos escenas en altorelieve sobre piedra oscura, que superan el plano y representan al pueblo y las luchas de Simón Bolívar sobrevolando sobre ellos, hacia la libertad alcanzada en el siglo XIX, en un cortejo aéreo que sugiere el ascenso y termina apuntalando al Libertador sobre su caballo.

Estas escenas laterales antes mencionadas, al igual que las proporciones del caballo en contraste con la figura de Simón Bolívar, fueron ampliamente criticadas por la mezcla de alusiones greco-romanas, precolombinas y modernistas, generando así una gran dificultad que generaba, según palabras de Pineda: «un empacho visual causado por la indigestión cultural de los artistas desde su falsa perspectiva europea de América y Ecuador».

A pesar de todo, el Monumento a Simón Bolívar de Quito, considerado innovador y ejemplar por los escultores de la época, se convirtió en un modelo referente para obras posteriores en toda Latinoamérica, como se puede advertir en los monumentos del Pantano de Vargas, develado en Boyacá en 1970. y a Alfonso Ugarte, inaugurado en Lima en 1983, entre otras.

Varias placas e inscripciones se pueden apreciar en el conjunto, como aquella de piedra grabada que enlista al grupo de escultores que diseñó el monumento, ubicada en el acceso oriental desde el parque; o una similar nombrando al ingeniero quiteño que levantó la obra, y que se puede apreciar en el acceso occidental, también desde el parque.

Una placa en mármol añadida el 24 de julio de 2001 por la República del Paraguay, y ubicada en la cara occidental de la base del monumento, presenta un fragmento de la poesía «Carta a Simón Bolívar» que el escritor Carlos Villagra Marsal publicó en 1954, en Asunción. Mientras que otra placa añadida el 5 de julio de 2001, esta vez de bronce y ubicada en la cara frontal de la base, transcribe el poema «Credo» de Miguel Ángel Asturias, premio Nobel de Literatura 1967, y colocada por la Embajada de Guatemala presidida por Luis Pedro Quezada.

Galería

Monumento al Libertador Simón Bolívar (1952).
Imagen: Colección Manuel Jesús Serrano del Archivo Nacional
de Fotografía del Instituta Nacional de Patrimonio Cultural.

Cara oriental del Monumento (2016).
Imagen: propia.

Cara occidental del Monumento (2016).
Imagen: propia.

Cara principal del Monumento, al sur (2016).
Imagen: propia.

Grabado en la escalera oriental de acceso desde el parque (2016).
Imagen: propia.

Grabado en la escalera occidental de acceso desde el parque (2016).
Imagen: propia.

Placa conmemorativa en la cara principal de la
base del Monumento, hacia el sur (2016).
Imagen: propia.

Modelo a escala del proyecto de Monumento (1928).
Imagen: La Grande Masse des Beaux-Arts.

Jacques Zwobada (izq) y René Letourneur (der),
en su taller, junto al Monumento, en 1931.
Imagen: La Grande Masse des Beaux-Arts.

Los artistas trabajando en la figura ecuestre.
Imagen: 
La Grande Masse des Beaux-Arts.

Referencias

  • Gutiérrez Viñuales, Rodrigo (2006). "El culto estatuario a Bolívar", pp.66-75, colección Patrimonio de Quito, Nº3. Quito: FONSAL.
  • Samoyault-Müller, Christophe (2014). "Le Monument de Simón Bolívar á Quito en Équateur". Francia: La Grande Masse des Beaux-Arts (en francés).

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