Quinta La Delicia

Patio Norte de la Quinta La Delicia (2014). Imagen: Revista Clave!

Dirección: avenida de La Prensa y Ramón Chiriboga
Sector: Cotocollao
Año de construcción: finales del siglo XIX
Arquitecto: desconocido
Estilo: colonial, historicista (neoclásico)
Premios: Patrimonio de la ciudad
Uso actual: Administración municipal, Zona La Delicia


Historia

Según algunas fuentes esta quinta de descanso habría construida a mediados del siglo XVIII, mientras que otras la datan de inicios del XIX, aunque lo cierto es que en los registros municipales ya aparecía en la década de 1850. Estaba ubicada estratégicamente en el Camino del Inca, que servía como conexión entre el pueblo de Cotocollao y la ciudad de Quito con las ciudades del norte del país.

Una de las obras que adornaban la Quinta
en época de Emilio Bustamante, hoy en la
Casa Alarcón-Ribadeneira, de La Mariscal.
Imagen: propia.
Fue parte de las seis quintas en que se dividió la Hacienda Cotocollao a lo largo de los siglos XVIII y XIX (las otras fueron La Victoria y Agua Clara, por ejemplo). La Delicia estuvo concebida desde un inicio como lugar de descanso, y esa era su principal función, aunque por las tierras agrícolas que le rodeaban, se deduce que también era el centro administrativo de las mismas.

No se tiene registros de quién fue su primer propietario, pero se asume que fue parte de las tierras de los Marqueses de Solanda y Villarocha, cuya última miembro, Mariana Carcelén de Guevara y Larrea-Zurbano, pasó aquí sus últimos días. Mariana fue esposa del héroe independentista Antonio José de Sucre, y poseía una de las fortunas más grandes del país en aquellos años.Es durante la época en que le pertenecía, que se dice que Simón Bolívar y Manuela Sáenz tuvieron su primer encuentro personal en estos salones, aunque no existen registros al respecto.

Después de la muerte de la Marquesa, la propiedad pasó a manos de Manuel Chiriboga, permaneciendo en su familia hasta 1903. En 1913 la compró Rafael Puente, quien se dice que la utilizaba para esconder a su hijo discapacitado y con retraso mental, que habría muerto asesinado allí mismo, lo que precipitó nuevamente la venta del inmueble. Luego la adquirió Emilio Bustamante, quien era su dueño para finales de la década de 1920, cuando realizó adecuaciones en la casa y embelleció con esculturas y fuentes los amplios jardines que se extendían por los cuatro costados.

La casa tras el incendio de 1985, en total abandono.
Según el cronista experto en el sector de Cotocollao, Mauricio Quiroz: "en 1952 el Municipio autorizó a Pedro Bustamante (hijo de Emilio) la lotización de la hacienda, lo que provocó entre otras cosas la destrucción de la piscina para crear el barrio La Delicia". También cree que de esta época data la desaparición de los jardines y las esculturas que los adornaban.

Algunos vecinos mencionan que a finales de la década de 1950 parte de la casa principal fue convertida en prostíbulo y cantina, aunque se desconoce la veracidad de estos datos debido a que los negocios de esa índole rara vez tenían registros. En 1957 la propiedad pasó a manos de la Caja de Pensiones (actual IESS), que prestó el inmueble a la Aduana para que lo convirtiese en el primer Cuartel Comercial Aduanero (debido a que se encontraba en el camino de entrada a Quito).

En 1966 volvió a manos del IESS, que arrendó las estancias a familias pobres, lo que aceleró su deterioro., estando al borde de su desaparición tras un voraz incendio en 1985. El Fonsal se hizo cargo de su restauración entre 1993 y 1996, luego de lo cual fue entregada en comodato al Municipio de Quito, que instaló en el edificio la Administración Zonal Norte (actual Zona Equinoccial La Delicia).

Arquitectura

Volúmen cerrado con mampáras de madera y vidrio.
La casona presenta la tipología típica de las casas de hacienda de la Sierra ecuatoriana, con corredores abiertos hacia los patios empedrados que hoy son ajardinados. La estructura presenta una forma de "T", con un torreón en el vértice de ambas líneas, el ingreso se realiza por el patio sur.

Las galerías exteriores, adornadas con exquisitas pinturas murales de motivos taurinos que fueron añadidas por Emilio Bustamante, hoy se encuentran cerradas con mamparas de madera y vidrio y dan paso a los antiguos salones, habitaciones y áreas de servicio de la casa. Los latones y verjas de hierro que adornan los espacios y el cerramiento fueron importados de Francia.

Al extremo sur de la casa se levantan varias estructuras que servían como dependencias de servicio, habitaciones de la servidumbre, bodegas y caballerizas. Una gran araucaria preside el patio norte, donde fue añadido un espejo de agua en la reconstrucción del Fonsal, probablemente para recordar la antigua piscina de la Quinta.

Leyenda

El torreón de una de las leyenda fantasmales.
En el imaginario popular quiteño, esta es una de las casas con mayor presencia fantasmal de la ciudad. La leyenda se produce por la muerte de un joven discapacitado y retrasado mental que fue escondido aquí por su padre en la década de 1910, y cuyo hermano terminó asesinándolo y enterrando su cuerpo bajo el árbol de Araucaria que se encuentra en el patio norte (restos humanos fueron encontrados allí durante la recuperación de 1993, sin embargo no se ha podido determinar la persona a la que estos pertenecieron).

De igual forma, durante la época en que se dice que parte de la casona fue convertida en prostíbulo y cantina (finales de la década de 1950), varias riñas allí sucedidas habrían terminado en súbitas y violentas muertes, siendo uno de estos fantasmas el que se cree que habita en el torreón de la casa y se asoma a la ventana durante las madrugadas.

Galería




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